miércoles, 5 de noviembre de 2014

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“Tips” para el desarrollo de la Inteligencia Emocional.

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  Filosofía de la Educación e Inteligencia Emocional.


Cómo debemos abordar con los niños la autoconciencia, la autogestión, la conciencia social y la gestión de las relaciones. Estos cuatro elementos encajan en éstas cuatro esferas de todos los modelos de la inteligencia emocional.
Como educadores es importante abordar estos elementos porque están mínimamente sugeridos en los diseños curriculares.
Por otro lado, mientras que el mundo está cambiando más rápidamente que nunca, nuestras organizaciones, escuelas y a menudo nuestras mentes están estancadas en el pasado.
Albert Einstein decía que la Educación es lo que queda después de olvidar lo que se ha aprendido en la escuela. Los mismos problemas que dañaban la educación a principios del siglo XX de Einstein, los padece actualmente nuestro siglo.
Sigue diciendo: “La mente de un joven no debe atiborrarse de datos, nombres y fórmulas: todo esto lo encontramos en los libros sin necesidad de seguir ningún curso universitario. Los años de estudio deben emplearse únicamente para enseñar a pensar al joven, pada darle un entrenamiento que ningún manual puede sustituir”.
Es un verdadero milagro que la pedagogía moderna no haya llegado a ahogar completamente la santa curiosidad de la búsqueda. Sin dudas, Einstein no solamente era un genio como físico o matemático: además era un filósofo de la educación.
¿Qué le falta a la educación?
A la educación le falta incluir una mejora en el abordaje de las habilidades intra e interpersonales en los diseños curriculares para desarrollar la Inteligencia emocional de los alumnos.
La inteligencia emocional nos ayuda a dar respuesta a por qué algunos alumnos con brillantes notas en el colegio no son exitosos en la vida, a la hora de desenvolverse en familia, trabajo, etc. En contrapartida, nos da respuestas a la pregunta: ¿por qué algunas personas son más capaces que otros de enfrentar contratiempos, superar obstáculos y ver las dificultades desde una lupa distinta?, dice Goleman. Este nuevo concepto viene a darnos respuestas a varios interrogantes más, y la buena noticia es que la inteligencia emocional se puede aprender, con el fin de erradicar la violencia y otros rasgos negativos que son muchos de los males que aquejan a nuestras comunidades, o como pregona la Asociación Educar con la neuropsicoeducación: “fortalece las conductas por trascendencia”.
¿Qué podemos hacer como educadores y como padres de familia?
Mientras tanto, hasta que se produzcan cambios significativos en los diseños curriculares, podemos tomar acciones que nos ayuden y apoyen a nuestros hijos, alumnos, compañeros de trabajo, familia a desarrollar la Inteligencia Emocional.
Desde la Neuropsicoeducación se busca contribuir a completar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, ya que ambos incluyen a la persona en toda su totalidad.
¿Qué podemos hacer desde la familia, desde las diferentes organizaciones, desde la escuela para ayudar a las personas a desarrollar la Inteligencia Emocional?
Aquí se mencionan algunas estrategias para estimular el desarrollo de la Inteligencia Emocional en los niños, como por ejemplo:


       Enseñarles a dar nombre y reconocer los sentimientos y/o emociones. Son de gran ayuda los juegos, los cuentos, las historias, tarjetas con dibujo, etc. Aprovechar el espacio de contar cuentos para que los niños puedan identificar las diferentes emociones de los personajes. Ayudarlos a que dibujen los rostros de los personajes ilustrando cada emoción que están sintiendo.
       Dejar que los niños expresen sus emociones y sus sentimientos. Como adulto escuchar y expresar las propias. El autoconocimiento y autoconciencia, capacidad de saber qué está pasando en nuestro cuerpo y qué estamos sintiendo, son dos de los pilares fundamentales para desarrollar la Inteligencia Emocional.
       Relacionar gestos faciales con sentimientos: por ejemplo, si te ríes, decirle al niño que este sentimiento es alegría. Si muestras una cara triste, es porque no te gusta lo que está pasando. Es fundamental que los niños puedan aprender a “leer” las caras de las personas con las que interactúa para entender cómo se están sintiendo y eventualmente, de ser necesario, modificar su conducta.
       Todos sentimos que nuestros hijos son únicos. Eso es verdad, pero hay que enseñarles que su importancia no implica que el resto de las personas “no cuenten”. Enseñarle que  nos volvemos más sabios, mejores personas y más inteligentes cuando nos nutrimos de los conocimientos y sentimientos de los otros. Mostrarle que la persona con la que está tratando tiene un valor, vale, que es importante. Quizás sea así de fácil. A veces las cosas más sencillas de hacer son las que mayor impacto tienen en la vida de los demás, como dar un abrazo, dedicar unos minutos, escuchar con atención.
       Enseñarle que en la vida no siempre se puede tener lo que queremos. La mayoría de las veces es posible aunque es probable que cueste mucho esfuerzo y trabajo. Enseñarle a esperar hasta que llegue el momento de tener lo que se quiere y que en el mientras tanto, tenemos que seguir viviendo, disfrutando y preocupándonos por nosotros y las personas que nos rodean. Otros pilares de la Inteligencia Emocional son el autocontrol y el autodominio (regular la manifestación de una emoción y/o modificar un estado de ánimo). No acceda a comprarles todo lo que quieren “ya y ahora”. Deben aprender a esperar.
       Enseñarle que cuando se tiene un problema, lo primero que hay que hacer es reflexionar y luego actuar de una forma pacífica, sin lastimar a otras personas para solucionar el problema. Enseñarle al niño a cómo afrontar las emociones negativas como la ira, el enojo, la rabia, etc., dando herramientas para que aprenda a relajarse para luego reflexionar. Explicarle qué es lo que se puede hacer cuando uno está enojado para calmarse (respirar profundo, lavarse la cara, correr por el jardín). Está bien expresar que uno está enojado, siempre  y cuando se haga de manera saludable y sin herirse ni hiriendo a otra persona.
       Enseñarle que hay que preocuparse por uno mismo, cuidarse, pero también por las otras personas. Aplaude cuando tu hijo aprenda, trabaje o juegue en equipo.
       

       La capacidad de automotivarse y de motivar a los demás también es una competencia de la inteligencia emocional y deberían ser abordadas. La capacidad de automotivarse y posteriormente motivar a otras personas está íntimamente ligada al optimismo y a la autoestima. Celebra los logros de tus hijos con alegría y haz partícipe a toda la familia y amigos de estos logros. Un niño que recibe reconocimiento, que lo que hace vale, raramente seerá agresivo o pesimista.
       Así como se celebran las actitudes y acciones positivas que tu hijo realiza, también se debe señalar con firmeza que algo está mal cuando tu hijo realiza una acción negativa, como por ejemplo, que se puede lastimar a sí mismo o a otras personas física y emocionalmente. Ayuda a tu hijo a ponerse en el lugar de la otra persona y a pensar cómo se sentiría él en aquella situación. Ayuda también, si es que lastimó a otra persona a trazar un plan para poder solucionar el daño. Enséñale a ofrecer disculpas.
       En las relaciones sociales, enseñale a tu hijo , que la mejor manera de solucionar los conflictos es conversando, no agrediendo ni física ni verbalmente a la otra persona. Frente a dos puntos de vista, una buena charla puede achicar las brechas, enseñarnos a ver las cosas desde otro puento de vista, aprender y aceptar que quizás lo mejor es lo que la otra persona propone. De no ser así, enseñar a expresar lo que siente para que se pueda llegar a la solución del conflicto. También puedesn enseñar que su influencia personal puede servir para inspirar a otros, comunicar y expresar lo que sienten.
       Tómate el tiempo para conservar con tus hijos. Lo ideal es que los valores fundamentales sean proporcionados desde la familia y la escuela. Ayúdalo a comprender la realidad, proponiendo el juicio crítico. Comparte con tu hijo los programas de TV, los juegos de PC, los videojuegos. Ayuda a tus hijos a distinguier lo que es diversión, lo que es informativo, lo que hay que tomar de la web y lo que hay que dejar. Enseña que no todo lo que aparece en Internet es verdad o está bien.
       Felicita al niño cada vez que enfrente una emoción negativa de manera adecuada, es decir, utilizando una de las técnicas que le enseñaste para ello o una que haya surgido de sí mismo. Esto  ayudará a que el niño haga consciente su aprendizaje y, consecuentemente, lo automatizará generalizándolo a situaciones nuevas. Además, ayudará a desarrollar su optimismo y autoestima.
       No olvides nunca que la mejor manera de enseñar y educar es mediante el ejemplo.

Concluyendo...
Las emociones juegan un papel preponderante en la vida, por eso es función de los educadores darles a nuestros hijos y alumnos herramientas para que descubran sus propios estilos de aprendizaje, reconozcan sus emociones y consecuentemente, puedan modelarlas a los fines de ser personas más felices consigo mismas y con quienes los rodean, viviendo en estado de paz y buscando la trascendencia.
Seguramente, anhelamos que nuestros hijos y alumnos aprendan muchísimo del mundo exgerior, pero también anhelamos que aprendan muchísimo más de sus mundos interiores para poder dejarles una huella postiva y significativa en sus vidas.
(Fuente: asociacióneducar.com. Autora: Nse. Alejandra del Fabro).