Autor: Maestra Elena Vázquez Gargallo Aviña
Se entiende por estrés, el estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento superior a lo normal; suele provocar diversos trastornos físicos y mentales.
“El estrés es la reacción de su
cuerpo a un desafío o demanda. En pequeños episodios el estrés puede ser
positivo, como cuando le ayuda a evitar el peligro o cumplir con una fecha
límite. Pero cuando el estrés dura mucho tiempo, puede dañar su salud”
Desde el punto de vista biológico, el
estrés se define como el “conjunto de
alteraciones que se producen en el organismo como respuesta física ante
determinados estímulos repetidos, como por ejemplo el frío, el miedo, la
alegría, etc”.
Actualmente existen varias
investigaciones científicas[1] que aseguran que hay muchas
probabilidades de que las personas que son tímidas, miedosas, preocuponas o
angustiosas, sean mayormente propensas a padecer de estrés de manera continuada
y por este motivo, es probable que su expectativa de vida se acorte en varios
años.
El estrés puede provocar problemas
físicos y psíquicos que conllevan a un envejecimiento prematuro. Esto se debe a
que las funciones que realiza nuestro cuerpo, están gobernadas por el cerebro,
por nuestro sistema nervioso central y por nuestro estado de ánimo. Es así que
el ser humano está conformado por la indisoluble unidad de mente y cuerpo
.
El sistema nervioso está encargado de
los procesos metabólicos sobre las proteínas, la frecuencia cardiaca, la
presión arterial, etc. Cuando sometemos nuestra mente a un estrés psicológico
prolongado, estamos generando innumerables problemas físicos principalmente a
nuestro sistema inmunitario.
Los síntomas físicos que nos avisan
que estamos bajo mucho estrés, se
presentan con problemas para concentrarse, fatiga, irritabilidad, problemas
para conciliar el sueño o para permanecer dormido o un sueño que no es
reparador ni satisfactorio, inquietud al despertarse, tensión muscular,
problemas estomacales, sudoración, temblor en manos, modificación del ritmo
cardiaco, de la respiración, se eleva la glucosa en la sangre y disminuye el
sistema inmune de nuestro cuerpo, entre otros.
Nuestro cuerpo responde al estrés con
un mecanismo de defensa denominado [1]reacción de lucha o de
huida, el cual, como respuesta de sobrevivencia es vital para superar todas las
situaciones que llevan consigo un peligro o una amenaza. Cuando esto pasa,
nuestros sentidos son alertados por el sistema nervioso modificando el
funcionamiento de nuestro organismo y alterándolo como ya señalamos.
Protagonistas de excepción, son unas
hormonas producidas por las suprarrenales llamadas glucocorticoides y
adrenalina, que se encargan de movilizar la energía hacia el cuerpo en el caso
de que se tenga que luchar o huir.
Cuando esta reacción de huida o de
lucha no se activa, sino que se prolonga a consecuencia de factores que
influyen en nuestro estado emocional (como problemas laborales, familiares,
conyugales, enfermedad, etc), el nivel de hormonas que en un principio era beneficioso, comienza a dañar nuestro
organismo de manera persistente e invasiva debido a la disminución de nuestras
defensas.
Las investigaciones reportan que las
hormonas del estrés pueden liberarse en cantidades elevadas ante situaciones de
timidez o miedo infundado frente a situaciones nuevas como por ejemplo:
encontrarse con un extraño, temores sobre las personas, objetos, lugares que no
posean en sí mismos ninguna amenaza.
Los niños pequeños y los adolescentes
son los grupos más afectados ya que van teniendo este comportamiento hasta que
alcanzan la madurez.
Si permitimos que el ritmo de vida de
esta sociedad nos traspase estresándonos, liberamos dichas hormonas provocando
la aceleración del envejecimiento y enfermedades con mayor facilidad.
Si enfrentamos los obstáculos de la
vida o las situaciones nuevas con miedo o timidez, se incrementa el estrés, y
si esto lo convertimos en un comportamiento común de nuestra personalidad,
restamos calidad de vida a nuestra existencia. Es mejor ser extrovertidos y
alegres.
Se recomienda lo siguiente:
1 ) Cuidados personales como:
reducir la ingesta de cafeína, hacer ejercicio, descansar lo suficiente, dormir
las horas requeridas por cada persona, consumir alimentos saludables,
hidratarse correctamente.
2 ) Acudir a un especialista en
terapia cognitiva o racional emotiva para aprender a entender y controlar los
puntos de vista distorsionados de factores estresante en la vida; reconocer y
reemplazar los pensamientos que causen pánico para ayudarle a sentirse con
mayor control; manejar el estrés y relajarse; evitar pensar que los problemas
menores se transformarán en algo terrible y catastrófico.
Recuerde: “Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el
silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir”
Robert Louis Stevenson (Escritor británico 1850-1894).