Autor: Maestra Elena Vázquez Gargallo Aviña
La función adaptativa (o primitiva) del enojo, consiste en enfrentar una situación que me desagrada, me intimida o me molesta. Cuando no encuentro soluciones a este problema, puedo huir o puedo atacar y pelear con todas mis fuerzas para lograr reestablecer el equilibrio en el que me encontraba.
El enojo surge
porque hay algo que no me gusta o que me molesta, ya sea una situación (hace
frío o hace calor y no lo aguanto) o de una persona (ésta persona debería hacer
lo que yo creo que es correcto hacer, lo que supongo que se debe hacer).
El enojo surge porque algo me saca de mi zona de
confort o de mi “status quo”, de mi tranquilidad. Y es cuando aparece un
sentimiento de que me están quitando algo: el respeto, mi autoridad, un buen
trato, atención, reconocimiento, valoración. El enojo entonces viene por un
sentimiento de carencia. Frente a este vacío, la persona no puede encontrar
otras formas de solucionar lo que supone que le están quitando o los
desacuerdos que surgen cuando otra persona piensa en forma diferente a la mía y
considera que ciertas características corresponden a cómo debe ser una pareja,
a cómo se debe llevar una relación laboral, a cómo debo cumplir con mi deber, a
cómo tratar a los demás, etc.
¿Qué hacer?
Comprender y asimilar que nada es personal, que todos tenemos un mapa mental
que aprendimos desde niños y que rige nuestro comportamiento.
Una persona se
vuelve enojona porque ha aprendido a ser enojona, y esto sucede porque es
insegura, porque tiene baja autoestima, porque esa actitud ha sido un mecanismo
de defensa que le ha funcionado para obtener lo que desea, porque necesita de
la aprobación o porque quiere alimentar el ego, etc. La ira, mientras más la
practicas, más la perfeccionas.
Por eso es importante
preguntarte: ¿en qué ocasiones me enojo y me lleno de ira? Porque el enojo es
la expresión de tu Ego. Preguntarte también: ¿a qué le tengo miedo?, ¿a qué le
temo? Y pensar que lo que está sucediendo es para bien.
No debes
lamentarte por el pasado amargo que viviste ni por el futuro que está por
venir, es preciso que te centres en lo que te está sucediendo en este mismo
momento, y pongas toda tu energía en ello para hacer bien la actividad que
estás realizando.
Hay que observar
tus pensamientos, examina atentamente cómo te hablas a ti mismo, porque la
mente no observada, dirige y controla
tu vida y genera tu sufrimiento, el cual surge de una resistencia consciente o
inconsciente de lo que realmente es, aunque no te guste que sea así.
No aceptas que
en el trabajo te pase esto o aquello; no aceptas que te hayan tratado mal; no
aceptas que tu novio, novia, esposo o esposa tenga una forma diferente de ser;
no aceptas que no todos te reconozcan el gran trabajo que hiciste; no aceptas
que no te valoren; no aceptas que no te amen.
La resistencia a la aceptación de las cosas como
son, es una de las causas que te lleva a estallar en cólera, en ira, a
maldecir, a querer golpear a todo el mundo. La resistencia a la realidad (la
cual no acepto y no me gusta) se manifiesta con un juicio; es decir, empiezo a
pensar mal de las personas, me culpo, pienso mal de mí mismo, dudo de lo que
estoy haciendo y cuestiono que si lo que hago es lo que le gustaría a los
demás. Y es ahí, cuando dejas entrar la negatividad a tu vida, a tu ser, y
creas la oscuridad en tu pensamiento, en tu psiqué,
en tu entorno.
Bueno, pero ¿cómo
controlo el enojo?. Es importante aclarar que aquí te recomiendo ciertas claves
para gobernar tu enojo, pero el origen del mismo es necesario que lo trabajes
con un especialista.
En primer lugar,
cuando nos enojamos, hay que relajarnos de esos mecanismos primitivos de
defensa por medio de la respiración, la cual ayuda a oxigenar el cuerpo y a
calmar la mente.
En segundo
lugar, como cuenta la tradición popular, es preciso contar hasta 10 o hasta
100; esto se hace con el propósito de evitar estallar y cometer una acción de
la cual te puedas arrepentir.
En tercer lugar,
es importante recorrer mentalmente las posibles soluciones que se te presenten
para confrontar la actitud de los otros o los problemas que se te vayan
presentando en tu día a día. Es decir, si tienes problemas con tu pareja porque
no concuerdan en algo, piensa: ¿Cómo puedo conseguir lo que quiero sin lastimar
a la persona que amo y sin perder la relación? A veces perder una batalla te
llevará a ganar.
En cuarto lugar,
te propongo que escuches música para desconectarte de la situación que te
molesta. Por lo general, los sonidos de la música ayudan a relajarte.
En quinto lugar,
puedes recurrir al humor; con ello aprendes a reírte de las vicisitudes de la
vida y a disminuir la intensidad de la emoción y a negociar mejor una nueva
situación.
Entrenarte en el
autocontrol aplicando todos estos “trucos” o métodos para disminuir la ira.
También es importante que consideres lo siguiente:
Que es necesario
que estés atento a cualquier manifestación de infelicidad (de cualquier tipo)
que hay en ti. Observa tu mundo interno,
tus pensamientos, analiza qué tipo de pensamientos surgen en tu mente de manera
recurrente: preocupaciones, qué te fastidia, y contempla qué emoción surge
después de estos pensamientos y con qué intensidad se presenta.
El enojo, activa
todo el condicionamiento que recibimos del pasado, como por ejemplo, los
resentimientos, rencores, sensación de abandono, tristezas, desilusiones,
humillaciones, situaciones de peligro, sentimiento de soledad, deberes
impuestos injustamente.
Por eso, cuando
te enojes, puedes optar por colocar en tu mente un pensamiento positivo (por
una regla de sustitución) para disminuir esa ira, para contenerla.
Es importante
hacer consciente lo que es inconsciente, observar la luz de la conciencia que
es la manifestación de tu esencia.
También, puedes
practicar la atención correcta a las sensaciones que aparecen antes de la ira y
durante la misma y tener presente que no surgió de la nada, sino que fuiste
rumiando pensamientos negativos en un proceso inconsciente, tal vez, y que hay
que tomar en cuenta dichos conceptos. Cuando haces esto, debilitas al ego que
se encuentra detrás de la ira. Por eso recuerda: